Cuando el Coronavirus golpeó, el mundo del espectáculo necesitó profundizar para intentar aclimatar el golpe de una realidad con carreteras vacías, escenarios de espectáculos cerrados, y muchos planes de visitas y conciertos. Además, llegaron a crear lo que en lenguaje militar (y actualmente empresarial) se conoce como Salas de Guerra para gestionar la emergencia. El punto de vista era angustioso.
Era cualquier cosa menos un sueño sentir que los espectáculos planeaban terminar o que cambiarían profundamente tal y como los conocíamos. La arena, el teatro, el vestíbulo del espectáculo, podrían cambiar o trasladarse a un televisor, un PC o un teléfono móvil; artilugios por los que los artesanos harían lo difícil para sentir la increíble energía de sus fans.
Otra situación copiaba los antiguos autocines, con un pelotón de acompañantes apiñados en el interior de sus vehículos balanceando sus cabezas o intentando engañar a sus músculos para que creyeran que podían moverse. Mirando a veces a través del parabrisas un escenario lejano y peculiar.
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La pandemia puso en aprietos a una industria que no se permitió morder el polvo, sin embargo siente que ha vuelto al mundo real, al escenario; tras dos años excepcionalmente duros, la inclinación por los individuos que se mantuvieron en la vanguardia de la lucha por el espectáculo parece ser algo más esperanzadora.
Joan Manuel Serrat vendrá igualmente el 25 de mayo. Coldplay actuará el 17 de septiembre en el Estadio Campín de Bogotá. Dua Lipa se presentará con su mosca el 19 de ese mismo mes en el Parque Salitre Mágico y Harry Styles hará lo suyo el 27 de noviembre igualmente en el Salitre Mágico; hay principio y fin y más por venir.
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Con información de El Tiempo
