El autor fue galardonado “por su obra fascinante y visionaria que, en medio de un terror apocalíptico, reafirma el poder del arte”, según explicó el jurado.

El premio Nobel de Literatura fue concedido este jueves al escritor húngaro Laszlo Krasznahorkai, de 71 años, anunció el jurado. El autor fue galardonado “por su obra fascinante y visionaria que, en medio de un terror apocalíptico, reafirma el poder del arte”, según explicó el jurado.

László Krasznahorkai, galardonado este jueves con el Nobel de Literatura, es uno de los escritores húngaros más leídos y traducidos, un autor de culto internacional con una obra marcada por una realidad narrada con melancolía y humor.

“No quiero mentir. Sería muy interesante recibir este premio. Sin embargo, me sorprendería mucho si lo ganara”, afirmó el pasado febrero en una entrevista en Estocolmo, durante la presentación de su novela ‘Herscht 07769’.

Nacido en Gyula, en el sur de Hungría, el 5 de enero de 1954, Krasznahorkai creció en un dictadura comunista en el que los ideales teóricos quedaban muy por debajo de la gris realidad.

Esta pequeña ciudad cercana a la frontera con Rumanía aparece en muchas de sus novelas. Gyula es el escenario urbano de ‘Tango satánico’: ‘La melancolía de la resistencia’ se desarrolla en su totalidad allí y la trama de ‘Guerra y Guerra’ comienza en esa localidad, como el mismo autor resaltó en una entrevista.

Del Derecho a la literatura

Estudió derecho en las Universidades de Szeged y de Budapest entre 1973 y 1978, pero decidió abandonar esos estudios.

Conocido por su carácter inconformista, Krasznahorkai trabajó después en distintos empleos, como minero y vigilante de seguridad, y comenzó a desarrollar su gusto por la escritura.

En 1977 inició sus estudios de Andragogía (enseñanza de adultos) y Filología Húngara en la Universidad de Budapest, y comenzó a publicar en diferentes revistas literarias, entre ellas la prestigiosa ‘Mozgó Világ’ (Mundo en Movimiento),

Su primera novela, ‘Tango Satánico’, se publicó en 1985 y fue bien recibida por la crítica del país centroeuropeo por su originalidad.

Ya en sus primeras obras utilizaba larguísimas frases subordinadas que parecen amasar el lenguaje con la intención de capturar las emociones y el pensamiento en toda su profundidad.

Las frases cortas, asegura, son artificiales porque la mente humana es un torrente de palabras. EFE

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