El periodista argentino Abel Basti ha dedicado treinta años de su vida a rastrear el exilio nazi a América. En esa búsqueda encontró las primeras huellas de Hitler, una de las cuales tiene como escenario una ciudad colombiana. Se trata de una fotografía del Führer, avalada científicamente con pericias forenses, que le permite al investigador afirmar que el hombre que aparece en la imagen es el jerarca nazi. La foto y los hechos que han rodeado el misterio sobre Hitler y su mujer hacen parte del libro “Las fotos de Hitler después de la guerra”.

La larga investigación de Basti le permitió establecer que la fuente del suicidio de la pareja alemana eran los nazis. La versión fue desmentida en su momento por el líder ruso Iósef Stalin, quien aseguró que habían escapado rumbo a España. Incluso el general Eisenhower, comandante supremo de los aliados durante la guerra, afirmó el 9 de octubre de 1945 que “hay razones para creer que Hitler está vivo”.

“Hitler sale vía aérea con rumbo a España y luego viaja en submarino hacia la Patagonia argentina, en lo que fue una operación de evacuación que está confirmada en documentos rusos, soviéticos, norteamericanos y argentinos”, cuenta Basti en entrevista con Noticias Caracol.

La fotografía de Hitler en Colombia no fue un hallazgo accidental, dice Basti. Un documento de la CIA, obtenido por él, contiene la foto con baja calidad y habla con tal detalle de esa imagen, que el investigador encuentra por ese camino cómo jalar la pita de la historia. Se trata de un archivo desclasificado, que muestra al Führer en compañía de un desconocido de apellido Citroën. Basti le siguió la pista a este hombre y descubrió quién era.

Citroën era un oficial de inteligencia de los aliados que trabajaba para Estados Unidos. Era holandés y dependía del Príncipe Bernardo de Holanda que era parte de los aliados, pero en realidad era un alemán que adquiere la ciudadanía holandesa. Bernardo era nazi y Citroën dependía de él.

Al final de la guerra el problema era el comunismo. De ahí que muchos empresarios como Ford o Rockefeller protegieran a Hitler. Ellos temían que el comunismo se quedara con las grandes empresas alemanas. El acuerdo implicaba sacar hacia occidente el capital alemán, las divisas, los hombres, la tecnología. Todo lo que tenía importancia de raíz alemana fue evacuado hacia occidente para reciclar esos recursos y ponerlos al servicio de la lucha contra el comunismo, lo que efectivamente ocurrió.

“Mejor decirlo en buen romance: los negocios no tienen ideología y, entonces, todo es posible.”, dice Basti en su libro donde afirma que ninguna empresa del Tercer Reich terminó con el fin de la guerra y, por el contrario, se asociaron con empresas especialmente norteamericanas y sus volúmenes de negocios aumentaron gradualmente.

La Patagonia argentina fue el sitio de llegada de los nazis que escapaban de Berlín en llamas, pero la idea era instalarse en toda América Latina. Hitler se movía a sus anchas gracias a la presencia de dictaduras militares en el continente. Basti no solo ha encontrado huellas del Führer en Argentina y Colombia. También le ha seguido los pasos en Chile, Brasil, Perú y Paraguay, pero la prueba reina que desmontaría la historia de su suicidio la encontró en Colombia.

Fotografía: Última Hora Col.

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