Las elecciones argentinas se dirimirán en una segunda vuelta presidencial entre el ministro de Economía, Sergio Massa, que desafió las expectativas para arrebatar el liderazgo en las elecciones del domingo, y el outsider libertario Javier Milei. Es el escenario de polarización política que más temían los inversores.

Con casi todos los votos escrutados, Massa obtuvo 37%, mientras que Milei recibió 30%, lo que deja a ambos por debajo de los umbrales necesarios para ganar directamente. Massa, de 51 años, y Milei, de 53, se enfrentarán en una segunda vuelta. Los resultados suponen un cambio de rumbo para Massa, cuya coalición gobernante quedó tercera en las primarias de agosto.

Patricia Bullrich, la candidata del establishment pro-empresarial, quedó tercera con 24% de los votos. Su salida hace temer por el futuro de una coalición de centro-derecha que hasta hace poco se consideraba la que más posibilidades tenía de desbancar a la alianza peronista gobernante. Sus votos están ahora en juego, y tanto Massa como Milei no perdieron tiempo en hacer insinuaciones en sus discursos.

La segunda vuelta del mes que viene resolverá por fin la cuestión de quién se hará cargo de la imposible tarea de salvar un país antaño rico y al borde del colapso. Se enfrentan dos candidatos con puntos de vista diametralmente opuestos.

El veterano del movimiento peronista -que ha gobernado Argentina durante la mayor parte de los últimos 20 años y se niega a morir a pesar de su desastroso legado económico- tendrá que luchar contra el libertario radical sin experiencia de gobierno que quiere dolarizar la economía para acabar con una inflación que galopa por encima del 138%.ARTÍCULO RELACIONADO

Hasta entonces, Argentina tendrá que soportar otro mes de volatilidad mientras Massa y Milei luchan por conseguir los votos necesarios para hacerse con el puesto. En su doble papel de zar económico y candidato presidencial, Massa ha desplegado toda su astucia política en las últimas semanas para recortar impuestos y aumentar el gasto social con el fin de conseguir el apoyo popular, incluso a costa de acelerar la crisis económica del mayor prestatario del FMI.

Su ventaja en la primera vuelta indica que esta estrategia ha funcionado y que está sacada directamente del libro de jugadas que le dio el brasileño Luiz Inácio Lula da Silva. “Deja de acumular dólares, es hora de reunir votos”, le aconsejó el líder izquierdista, y Massa no tiene ningún incentivo para cambiar de rumbo con la presidencia al alcance de la mano.

La segunda economía más grande de Sudamérica llegó a la votación con una gran ansiedad, ya que una serie de empresas suspendieron las ventas, los ahorradores retiraron dólares del banco y las casas de bolsa dejaron de aceptar nuevas órdenes en ciertas inversiones. Para seguir siendo competitivo en la carrera, Massa probablemente intentará evitar la devaluación de la moneda, como hizo al día siguiente de la votación primaria, incluso si eso corre el riesgo de agotar aún más las reservas internacionales.

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