A lo largo de las generaciones, Colombia ha sido testigo de la preservación de costumbres y creencias que confieren singularidad a sus festividades, creando momentos únicos y especiales para las familias. En el vibrante mes de diciembre, lleno de color, amor, fiestas y unión, se manifiestan más tradiciones que durante cualquier otro periodo del año. Además de la clásica decoración del árbol de Navidad, destaca la significativa importancia del pesebre. Es así como le hablaremos un poco de esto.
El pesebre navideño se erige como una de las tradiciones más arraigadas y apreciadas por los colombianos, siendo un vínculo ancestral que trasciende en los hogares, donde se convierte en un medio de expresión del catolicismo. Esta práctica, que va más allá de la ornamentación, representa una oportunidad valiosa para inculcar a los más pequeños los significados más profundos de la Navidad.
La creación conjunta del pesebre y el árbol de Navidad se percibe como una tarea especial y trascendental, convirtiéndose en instrumentos fundamentales para celebrar la Nochebuena y para elevar oraciones durante la novena, creando un ambiente propicio para la reflexión espiritual.
El simbolismo del pesebre va más allá de su representación visual, su esencia se manifiesta en la recreación de escenas que transportan a la vida de Jesús. Este se expresa a través de elementos como ganados, ranchos, campesinos, pequeñas casas y de manera destacada, los Reyes Magos, María y José. Cada uno de estos elementos contribuye a ilustrar la humildad y sencillez que caracterizaron el nacimiento del Niño Jesús.
Esta rica tradición tiene sus raíces en Italia, donde en el siglo XII, San Francisco de Asís la inició en Greccio. En sus primeras etapas, la representación del pesebre incluía tanto a animales como a personas reales, creando así una conexión tangible con la realidad de la historia sagrada.
Con el tiempo, esta práctica evolucionó y se difundió por Italia, sustituyendo progresivamente a los fieles por figuras cada vez más diminutas. Este cambio marcó el tránsito de la tradición desde el arte de la escultura hacia la reproducción de escenas en miniatura. La costumbre, entonces, trascendió las fronteras de Italia y alcanzó las colonias españolas, arraigándose en lugares como Ecuador y Colombia, donde ha perdurado y se ha convertido en parte integral de las celebraciones navideñas.
Aun así, con el paso de los años, las familias han ido agregando toques especiales en sus pesebres, adornándolos con algunos muñecos preferidos de los niños que estén en el hogar, pero sin dejar de lado la magia de la Navidad.
quí en Colombia no hay límites para la forma en cómo quiera armar este increíble momento en su hogar. Existen desde pequeños pesebres hasta enormes figuras que se asemejan nuevamente a la realidad, innovando con países y zonas especiales para las diferentes situaciones y animales que desee incorporar al pesebre. De igual manera, se tiene presente la venida de los Reyes Magos en el pesebre, quienes son representativos en la Sagrada Biblia y en las novenas, con la representación de Melchor, Gaspar y Baltazar.
Además, en las diferentes plazas, ciudades o pueblos del país, se encargan de vestir la Navidad y recrear este enorme e importante momento con trajes típicos que representan a Colombia. Acompañados de sus novenas, buscan recrear el nacimiento del niño histórico, Jesús.