Esta violencia no solo es un reflejo de la caída del régimen de Bashar al Asad, sino también de la lucha de poder que se está gestando en el país.
Las autoridades sirias anunciaron el lunes el fin de la operación militar contra personas leales al depuesto presidente Bashar al Asad, marcada por la peor violencia desde la caída del dirigente, con más de un millar de civiles muertos.
Prácticamente todos los 1.068 civiles fallecidos, en gran parte de la minoría alauita, a la que pertenece Al Asad , fueron víctimas de ejecuciones sumarias llevadas a cabo por las fuerzas de seguridad o grupos aliados, según un balance del Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
El Observatorio Sirio de Derechos Humanos elevó este martes a 1.093 el número de civiles muertos en la ola de violencia desatada el pasado jueves en la costa de Siria, iniciada tras los ataques de grupos leales al derrocado régimen de Bachar al Asad contra las fuerzas de la nueva administración de Damasco.
La ONG, con sede en el Reino Unido y una amplia red de colaboradores sobre el terreno, aseguró que hay una “relativa calma en las operaciones de venganza” en la costa, donde ayer documentó el asesinato de 120 civiles alauitas, la rama del islam chií que profesa el clan de Al Asad y cuyo núcleo se encuentra en Latakia y Tartús.